Bossa nova by Ruy Castro

Bossa nova by Ruy Castro

autor:Ruy Castro [Castro, Ruy]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Arte, Historia, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1990-01-01T05:00:00+00:00


Tótem de las dos generaciones: Ary Barroso, Jobim, Bôscoli y Lyra.

XII

PUESTA EN ESCENA

João Gilberto no tenía tiempo para participar en estos jolgorios estudiantiles. Se encontraba on the road, ocupándose de su carrera. Cierto. Cuando tuvo lugar uno de esos espectáculos, por ejemplo, se encontraba en Belo Horizonte para dar dos conciertos por invitación de su amigo Pacífico Mascarenhas. Ambos se desarrollaron casi sin problemas. En el primero de ellos, en el Automóvel Clube, cuando Pacífico ya lo había llamado al escenario y sonaban los aplausos del público, João notó que algo iba mal en su guitarra e impidió que levantaran el telón. Pacífico, que no sabía lo que pasaba, volvió a anunciarlo. Más aplausos y nada. Cuando se asomó a ver, Pacífico descubrió que quería que le afinase de nuevo la guitarra. El espectáculo empezó con cierto retraso, pero terminó a la hora marcada con un éxito discreto. bh aún no se había entusiasmado por la bn, como lo decían por allí.

La noche siguiente, João Gilberto se atrancó en el baño del hotel Normandie dos horas antes de su actuación en el Iate Clube y no quería salir. Pacífico pensó en echar abajo la puerta, pero eso iba contra sus hábitos (y contra su propio nombre). Prefirió dialogar con João Gilberto y convencerlo para que saliera de allí, como se hace con el que amenaza con tirarse desde un puente. Cuando era ya casi la hora, João Gilberto abrió tranquilamente la puerta del baño, fue al club y encantó a las trescientas personas que asistieron.

Aquellos días en Belo Horizonte desplegó más encantos personales. Un músico local, ciego, fue a buscarlo al hotel y los dos pasaron unas horas a la guitarra. Al despedirse, el chico elogió la de João, que le dijo sin dudarlo:

—Te la puedes quedar. Es tuya.

Los ojos opacos del muchacho adquirieron una hermosa e imposible luminosidad. No quería aceptar, pero João Gilberto insistió:

—No hay más que hablar. Llévatela como recuerdo.

El joven le dio mil gracias y se fue feliz con la guitarra. Sólo que no era de João, sino de Pacífico Mascarenhas, que asistió atónito a la escena; y sin atreverse a desautorizar, naturalmente, el generoso gesto.

El viaje a Belo Horizonte le procuró a João otro momento hermoso. Pacífico lo llevó a la casa de la pianista Talita Fonseca y allí conoció a otro miembro de Sambacana, el estudiante Roberto Guimarães. Roberto le cantó «Amor certinho» y João sintió un amor a primera vista por la canción. Aunque no a la primera audición, porque le pidió a Roberto que la cantara por lo menos cincuenta veces aquella noche, hasta asegurarse de que la había aprendido. Mientras la repetía, el estudiante no se imaginaba que fuera a escucharla grabada por João Gilberto en su siguiente elepé: O amor, o sorriso e a flor.

Pero el primero que grabó el tema no fue João Gilberto. Jonas Silva, su antecesor en los Garotos da Lua, tuvo la primicia. Y acompañado por un equipo del que muy pocos cantantes podían presumir: João



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